The Whale: Penitencia existencial
- Araceli Tario
- 27 feb 2023
- 2 Min. de lectura

"La gente es maravillosa" una frase que dudaríamos podría decir alguien que se ha sentido defraudado por la vida y sin embargo, es capaz de desear lo mejor para otros sin victimizarse o ser un mártir, sino solo un ser humano con pulsión de vida y trascendencia como lo ha demostrado Darren Aronofsky en su filmografía, reafirmándolo en su octavo largometraje: La ballena (The Whale, 2022), adaptación cinematográfica de la obra de teatro homónima escrita por Samuel D. Hunter la cual ha sido aclamada internacionalmente por su significado emocional.
Esta es la historia de Charlie (un sublime Brendan Fraser), un escritor y docente con obesidad mórbida y sus vivencias en la que parece ser su última semana con vida.
Cinematográficamente, Aronofsky regresa a realizar un estudio de caso como bien ha demostrado saber retratar en películas como Pi (1998), The Wrestler (2008) y Black Swan (2010), ya que mantiene su estilo singular de enfocarse en el viaje emocional de un individuo pero no solo para conmover o impresionar, sino para sensibilizar al público a través de personalidades alteradas emocionalmente y transmitir la importancia del humanismo en la existencia, como lo hizo en The Fountain (2006). Interesantemente, la dirección es reservada a pesar de ser una sola locación, permitiéndose tomas alejadas, movimientos continuos de cámara o paneos largos que parecieran indicadores de ser una historia tranquila de narrativa relajada; sin embargo, debido al ensimismamiento del texto de Hunter, para la fotografía, Matthew Libatique empleó un formato más cerrado (4:3 o 1:33.1) con primeros planos principalmente a los rostros e iluminación en su mayor parte de colores fríos, para darle énfasis a las actuaciones y diálogos logrando transmitir la segregación emocional en un confinamiento visual, involucrando inconscientemente al espectador con la penitencia existencial de los personajes y al mismo tiempo empático con su autodestrucción y su disonante esperanza lo cual se puede percibir tan honestamente gracias a las actuaciones de no solo Fraser (quien física y emocionalmente es impresionante) sino que es complementado con la de Hong Chau (como la tierna y afligida Liz) contrastándose con la ira y frustración que representan Sadie Sink (como la vulnerable Ellie, hija de Charlie) y Samantha Morton (la resentida Mary, ex-esposa de Charlie) siendo todos unidos por un duelo en común en donde la expiación yace en la aceptación de la imperfección humana.
Otros aspectos cinematográficos que destacan son la producción, el diseño de arte, el maquillaje y prostéticos a cargo de Adrien Morot, la edición de Andrew Weisblum y la música de Rob Simonsen con quienes trabajó directamente Arnofosky para darle cohesión a este naufragio existencial que fluctúa entre la desilusión y el alumbramiento que aunque pareciera contradictorio, permite apreciar la belleza de la complejidad que es vivir.
The Whale es una película para público que gusta de ser conmovido por historias que hacen reflexionar acerca de la humanidad y la existencia a través de la vulnerabilidad de la imperfección del ser humano
Boletómetro: 4 de 5 Boletitos
Commentaires