The Survivor: La eterna agonía del trauma
- Araceli Tario
- 22 ago 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 26 nov 2023

¿Cuál es el precio por sobrevivir? Con una mirada sombría, Barry Levinson dirige Peleando por mi vida (The Survivor, 2021) basada en el libro de Alan Scott Haft quien se encargó de perpetuar la memoria de su padre al contar cómo fue sobreviviente del holocausto. Esta película estrenada en el Festival Internacional de Toronto en Septiembre 2021 y ya disponible en plataformas digitales en Estados Unidos, cuenta con una nominación al Primetime Emmy 2022 en la categoría de Mejor película para televisión.
The Survivor es la historia de Harry Haft (un entregado y perturbado Ben Foster), quien a pesar de tener estrés postraumático, como consecuencia de lo que vivió durante la Segunda Guerra Mundial, se dedica a ser boxeador teniendo como motivación la esperanza de reencontrarse con Leah, el amor de su juventud.
Para una historia basada en hechos reales, se requiere de un cineasta experimentado por lo que no sorprende que Levinson sea el director en turno, pues se ha ganado el reconocimiento en el mundo cinematográfico por su mirada particular al haber dirigido películas con diversas temáticas que pueden ir desde historias biográficas o inspiradas en hechos reales de corte dramático como Bugsy (1991), Wag the dog (1997), así como literarias como las tan reconocidas Sleepers (1996) y Sphere (1998), o historias fantásticas o de comedia como se aprecia en Toys (1992), Envy (2004) y Man of the year (2006) demostrando que tiene esa versatilidad; sin embargo, en The Survivor, su estilo se interfiere por enfocarse en realizar una adaptación literaria en lugar de cinematográfica que aunque tiene aspectos técnicos destacables como la edición de Douglas Crise y fotografía de George Steel que se aprecian particularmente en las secuencias de pelea por los encuadres y emplazamientos así como el uso de cámara lenta para internar en la psique de este hombre en shock, que si bien es efectivo, termina por agotar el recurso del flashback, dejando de ser un detonador catártico o motivacional, y tornándolo en algo quejumbroso y aburrido por lo reiterativo que se vuelve, extendiendo su resolución que aunque es valiosa, se reduce a un lamento infinitamente tedioso.
No obstante, algo importante que permite sumergirse a este retrato, son las actuaciones, principalmente de Ben Foster quien impresiona no solo por la transformación física sino la entrega emocional que le impregna a su personaje a pesar de tener un maquillaje y acento poco convincentes; por otro lado, su complemento, Vicky Krieps, con su característica parsimonia que va de la ternura a la vulnerabilidad, permiten apreciar la diversidad emocional que la gente experimenta posterior a un trauma y su dificultad por retomar la vida y su dificultad por conectar con su realidad post-guerra, siendo acentuado por el score de Hans Zimmer, dando esta contrariedad emocional combinando melodías agridulces que transmiten una sensación solemne y lúgubre pero al mismo tiempo sensible al mezclar coros y cuerdas para expresar ese lamento existencial.
Peleando por mi vida es una película para público que gusta de historias basadas en hechos reales contadas de manera detallada y emocional.
Boletómetro: 1/2 Boletito
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