Nuestro nombre, querido: Casa Gucci
- Araceli Tario
- 1 ene 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 19 abr 2022

House of Gucci (2021) es el último largometraje de sir Ridley Scott es una adaptación de la novela de Sara Gay Forden: La casa Gucci, Una historia real de asesinato, locura, glamour y codicia (2000) quien después de ser reportera por 15 años y cubrir la industria de la moda italiana, encontró una historia que contar.
La película se centra en lo acontecido en la casa Gucci y lo relevante de la relación entre Maurizio Gucci (un estoico e intenso Adam Driver) y Patrizia Reggiani (una adecuada aunque a veces caricaturesca Lady Gaga) y el camino al ascenso/descenso mortal que implicó una vez que la ambición reinara en ambos.
A pesar de que es una historia predecible (y más para quienes conocen el desenlace de la historia real), es un largometraje entretenido aunque irregular. Para comenzar, es importante notar que para este proyecto, Ridley Scott regresó a los “dramas” de la vida real; recordemos que la última película con este enfoque fue la atropellada All the money in the world (2017) pero esto, para quienes hemos seguido su filmografía, tiene coherencia pues tiende a equilibrar su cine épico con el realista; y en esta ocasión da la sensación de no haberse querido quedar “en casa” durante tiempos de la pandemia y se aventuró con esta historia en la que se percibe mucha libertad, dejando a los intérpretes hacerlo a su modo, lo que lamentablemente le da poca cohesión entre personajes e inclusive en diferentes momentos pareciendo ser fragmentos o viñetas separadas de un todo; sin embargo, tiene varios momentos a destacar, tales como los sutilmente agresivos entre Rodolfo (un poco histriónico Jeremy Irons) con su hijo Maurizio cuando hablan de su herencia o el momento en que el excéntrico sobrino Paolo (un irreconocible y poco versátil Jared Leto) le muestra sus diseños; sin dejar de lado momentos más tensos como el que tienen Aldo (un perfecto y refrescado Al Pacino) y Maurizio al momento de ceder sus acciones; no obstante, estos momentos se pierden por estar atravesados por secuencias que parecieran videoclips o redundantes que si bien son estéticamente atractivas, no aportan a la narrativa o a la historia, dejando sentir un desenlace abrupto y simple comparado con lo sucedido en la vida real.
Los aspectos técnicos que destacan son el diseño de arte, el vestuario, la música cinematográfica de Harry-Gregson Williams (quien trabajó previamente con Scott en The last duel) que aunque es poca, se distingue en momentos críticos, dando un respiro entre tanta selección musical redundante; así como, la fotografía de Dariusz Wolski y la edición de Claire Simpson con quienes Scott ha colaborado previamente, para dar un estilo menos convencional al narrar esta historia de codicia mortal melodramática.
La casa Gucci es una película que no pretende ser más de lo que aparenta; sin embargo, su objetivo es más el de entretener que de realizar una crítica mordaz como se esperaría de una historia así y que desafortunadamente ya sea por complacencia o por flojera, se quedó en el camino de ser una diferente.
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