La eterna supervivencia
- Araceli Tario
- 17 ene 2020
- 2 Min. de lectura

Como una gran secuencia espectacular e impresionante, 1917 (2019) de Sam Mendes llega a cines no solo para hacer un homenaje familiar sino a la cinematografía de guerra mostrando que se puede ser impecable, bello e histórico.
Conceptualizada para verse como una larga toma porque los hechos acontecen en unos días, 1917 deja al público pendiendo en una trinchera de supervivencia que a pesar que de antemano se sabe que la guerra es uno de los acontecimientos más absurdos que existen en la humanidad, invita al espectador a seguir estos personajes a pesar de la inminente tragedia que pudiera sucederles.
Aunque es evidente el trabajo cuidadoso de la pre-producción para ensayar movimientos de cámara y locaciones, no deja de lado la espontaneidad que se percibe en la narrativa, las actuaciones tan conmovedoras de Dean-Charles Chapman como Blake y de George MacKay como Schofield hacen de este duo masculino uno muy memorable por su fragilidad y fraternidad en momentos desolados en medio de un campo minado teniendo solo la esperanza de que lo que viven pronto terminará.
Los aspectos cinematográficos a destacar son la fotografía magistral de Roger Deakins quien con estos tonos áridos, grises y cafés transmite la frialdad que envuelve a estos personajes, regalando bellos paisajes y composiciones que juegan con la luz de una manera impresionante que si se observa en pantalla IMAX será todavía más impresionante. Así mismo el diseño de arte y producción que resaltan la belleza natural de las locaciones. Y finalmente la banda sonora de Thomas Newman que musicaliza las emociones y momentos que sin palabras transmite la desesperanza y el instinto de supervivencia.
1917 es para público que gustan de historias basadas en hechos reales que se desarrollan en tiempos de guerra y enfatiza en la humanidad que emana en esas circunstancias.