Adicción superficial
- Araceli Tario
- 9 mar 2019
- 3 Min. de lectura

En el cine han existido un sinfín de películas que abordan el tema de la adicción o dependencia a drogas, o en términos más "especializados": sustancias controladas. Sin embargo, son pocas las que se basan en historias reales para adaptar cinematográficamente, y este es el caso de Beautiful Boy (2018) dirigida por Felix van Groeningen quien junto con Luke Davies adaptan a guión las memorias publicadas de David Sheff (Beautiful Boy) y Nic Sheff (Tweak), padre e hijo respectivamente, acerca de la dependencia por 10 años que éste último tuvo a la metamfetamina y cómo esto modificó su relación y dinámica familiar.
Aunque no está en duda la importancia de dar a conocer las dificultades y la extensión del efecto de la dependencia a las drogas, Beautiful Boy desafortunadamente es un acercamiento superficial y acomodado de lo que puede ser una situación como ésta, pues se adorna con momentos que lejos de ser contemplativos parecieran un video musical para apreciar aspectos técnicos del largometraje, notándose el esfuerzo de proyectar las emociones que sienten los personajes a través de canciones que terminan por hacerlos percibir insulsos o estéticamente bellos pero sin dar una conclusión al problema de la adicción y mucho menos una orientación de lo que se debe hacerse en esos casos si se tiene un familiar con este problema.
Siendo una historia de personajes, es triste encontrar que las actuaciones dejan mucho a desear, empezando por el desaprovechado Steve Carrell como el papá, quien, en lugar de conmover, se nota su esfuerzo por ser histriónico, observándose incómodo al no poder proyectar la paternidad que no es que sea ajena a él, sino que la situación y la dirección actoral no lo llevaron a expresarse de una manera natural en una situación que es claro desconoce como persona; mientras que por otro lado, esta la actuación desabrida y poco versátil (sorprendentemente nominada al Globo de Oro y BAFTA) de Timothée Chalamet como el hijo, quien al parecer solo tiene una sola expresión facial y tonal que tampoco transmite la angustia que una persona con dependencia tiene.
En cuanto aspectos técnicos destaca la fotografía de Ruben Impens que como anteriormente mencionaba, se puede apreciar en estas secuencias musicales de desolación que funcionan por una acertada (aunque hipster) selección de canciones que dan el ambiente nostálgico y de tristeza que no se obtiene a través de la historia o las actuaciones.
Tal vez sea que el hecho en el que se basa esta peli, con la que no pudo conectar ésta cinéfila que les escribe, o sea la misma formación como psicóloga que me hizo pensar más en este tema de una manera seria; sin embargo, Beautiful Boy no es un largometraje con el que se pueda informar u orientar correctamente a gente que pase por una situación parecida, pues las opciones que expone esta peli como las halfway house las reduce a un método que no funciona, mientras que un ambiguo "tocar fondo" y el amor familiar son manejadas como la panacea de esta situación que aunque pareciera inhóspito, en realidad tiene un origen superfluo y banal de la ociosidad de un chico sin necesidades emocionales o económicas.
Beautiful boy será del agrado de público que gusten de películas que no abordan profundamente las alteraciones de salud emocional y dependencia a sustancias pero que tengan momentos emocionales con un buen soundtrack.
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