Oscura desaparición
- Araceli Tario
- 25 ene 2019
- 1 Min. de lectura

Cuando se trata de misterios que resolver, se está mal acostumbrado a siempre observarlos desde el punto de vista hollywoodense o estadounidense, y por lo general, películas de otros países, inclusive, las más comerciales francesas, lo aproximan desde otra perspectiva. Sin dejar huellas (Fleuve noir, 2018) no es la excepción, pues a través de personajes complejos y poco simpáticos que se desenvuelven en situaciones incómodas y aparentemente inverosímiles se retratan con un ritmo más cotidiano y parsimonioso pero sin llegar al melodrama de una situación de trauma y misterio.
En este largometraje, basado en la novela de Dror. A. Mishani titulada The Missing File (El archivo perdido) adaptado al cine por el director Erick Zonca y Lou de Fanget Signolet, inicia con la desaparición de un chico reportada por la madre al comandante Visconti (un desaliñado y desagrable Vincent Cassell) quien realizará la investigación de la desaparición del joven, conociendo en el proceso al extrañamente interesado profesor Bellaile (un interesante Romain Duris) quien diera clases particulares a este chico.
Aunque esta es una historia sencilla, contada de manera lineal, en muchas ocasiones tiene huecos argumentales o situaciones sin concluir; sin embargo, el estado constante de misterio favorece que el público se mantenga interesado en la resolución de la investigación principal que aunque llegue a ser predecible es interesante cómo llegan a esta.
Sin dejar huellas es lo que popularmente se conoce como thriller policiaco para público que gusta de historias obscuras y un tanto deprimentes pero realistas que hacen pensar en la fragilidad humana y las posibles alteraciones emocionales y mentales que se pueden desarrollar.
Boletómetro: 1/2 boletito por verla en el cine