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Ocio, identidad cultural e historia: Museo

  • Araceli Tario
  • 26 oct 2018
  • 2 Min. de lectura

¿Cómo nace una idea? Es la pregunta que Benjamín Wilson, uno de los personajes de esta historia realiza constantemente y resuene por el resto de la película que es el segundo largometraje de Alonso Ruiz Palacios quien co escribió junto con Manuel Alcalá, quienes fueron galardonados con el oso de plata al Mejor guión en el Festival de Berlín de este año.

Basada libremente en hechos reales (porque no es una película histórica o biográfica), Museo (2018) nos cuenta la historia de Juan (un medio charolastra Gael García) y Wilson (un magistral Leonardo Ortizgris), dos amigos que deciden realizar el robo de más de 100 piezas del Museo de Antropología e Historia de la Ciudad de México en la víspera del 25 de diciembre de 1985 lo que generará cambios en su vida personal y familiar al tener que buscar qué hacer después con ellas.

Para comenzar, ésta es una película que se inspira libremente a partir de un hecho histórico, pues el desarrollo y desenlace no corresponden a lo que en realidad sucedió y mas bien se enfoca en tratar de contestar la pregunta que entonces y hasta la fecha, se ha realizado de este evento que es ¿Porqué lo hicieron? Y es que, con tantas contradicciones y "huecos" informativos, Alcalá y Ruizpalacios prefirieron llevar esta historia a la ficción para explorar las pulsiones humanas, los conflictos de identidad cultural, la polémica de los conceptos de profanar, saqueo y robo para la preservación de la cultura así como la fragilidad masculina y ocio en una sociedad de nivel socioeconómico medio/medio alto que si bien son temas interesantes, los plantean superficialmente aunque siempre con un estilo cinematográfico impecable.

El guión con diálogos bastante creativos, sencillos y naturales hacen que esta historia fluya ligera, sea empática y al mismo tiempo interesante. En el caso de la fotografía de Damián García embellece cada cuadro ya sea en interiores como exteriores y mimetiza el uso de locación y set de una manera imperceptible además que es fundamental en los montajes y edición realizada por Yibran Asaud que tiene una personalidad singular haciendo memorables momentos como en el robo, las peleas o inclusive situaciones tan triviales como la reunión familiar haciendo énfasis en los personajes. Y complementando la experiencia visual, esta la banda sonora de Tomás Barreiro quien a partir de La noche de los mayas de Silvestre Revueltas, arregla y compone piezas musicales poderosas, resonantes y bastante impresionantes para darle a esta historia una fuerza humana espiritual que va de la mano de esta angustia humana por encontrarse e identificarse culturalmente.

Museo es una experiencia cinematográfica que merece ver todo mexicano y que subyace un contenido que mejor se comprenderá si vives en este país; no obstante, tiene otros temas universales que aunque no lleguen a vivenciarlo tan cercanamente, resonará en sus pensamientos.

Boletómetro: Dos boleitos por verla en el cine

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