Vouyerismo del ocio
- Araceli Tario
- 10 jul 2018
- 2 Min. de lectura

La vida burguesa nunca es la mejor y eso es lo que en la mayoría de sus largometrajes aborda Michael Haneke solo que en esta ocasión lo realiza inspirado en un evento sucedido en Japón, donde una niña grabó la muerte de su madre y decidió compartirlo en una famosa red social.
Y aunque parezca lo contrario, esta NO es una crítica a las redes sociales o el uso de la tecnología en la vida actual, sino más bien una evidencia de cómo éstos son solo canalizadores de las psicopatologías que en muchas ocasiones pueden coincidir aunque se trate de países en continentes diferentes.
Situada en Francia, Happy End tiene como guía a Eve una niña que por motivos críticos debe irse a vivir con su padre Thomas, a quien no ha visto en muchos años. Es al reencontrarse con la familia paterna que tendrá una confrontación de vida modificando la dinámica familiar y al mismo tiempo, encontrar un lugar al reconocerse en ellos.
En su doceavo largometraje, Haneke utiliza su ya conocido estilo sórdido, parsimonioso y al mismo tiempo mordaz para cada momento ya que como indicó en entrevista, su intención es realizar una sátira; por lo tanto, su dirección es sutil para generar con sus planos alejados, una calma siniestra e incomodar al hacer a Eve y al público, testigos de esta realidad neurótica y narcisita de los personajes: el padre distante y desinteresado de la vida familiar, la tía obstinada en negación de su realidad y superficial, el primo dependiente y apático, la madrastra ausente e ingenua y un abuelo con una pulsión de muerte inhibida.
Las actuaciones son imponentes de un elenco que su mayoría ya ha trabajado bajo la dirección de Haneke, como es el caso de Jean-Louis Trintignant e Isabelle Huppert quienes repiten la fórmula padre-hija siendo complementados perfectamente por el actor y director Mathew Kassovitz por mencionar los más conocidos de este elenco que bien logran interpretar de manera contenida estos personajes.
Siendo una historia original, es imposible no encontrar la conexión con sus largometrajes anteriores en los que los temas son la vida, muerte, libre albedrío, salud emocional o psicológica y vida digna que si bien son recurrentes en toda su filmografía, tiene una manera diferente para abordarlos y explorar la complejidad emocional humana que en ocasiones deriva en actos polémicos, dejando una sensación de tragedia inminente de la humanidad.
Una película que será del agrado del público que no solo sea gustoso del cine de Haneke, sino también que encuentre en el abordaje de temas profundos con un poco de humor negro y poco histrionismo un golpe de confrontación para cimbrar en su persona.