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¡Madre! ¿Qué te hemos hecho?

  • Araceli Tario
  • 25 sept 2017
  • 3 Min. de lectura


Darren Aronofsky es un director que se ha hecho de un lugar en el público cinéfilo ya sea con comentarios positivos y otros negativos. Y hay quienes (como yo) estamos en espera de su próxima película. En este ocasión, regresa a dirigir uno de sus propios guiones para exponer el salvajismo y lo frenético del humano en una metáfora inquietante e introspectiva (según el, una alegoría) de la vida que tituló: ¡madre!

mother! Inicia como una historia de una pareja que vive en una casa en medio del campo cuya aparente estabilidad y tranquilidad se verá atormentada por la llegada de otra pareja. Aunque puede considerarse una historia simple, el modo (forma) en que la cuenta es el sello de Aronofsky y si, nuevamente es lo que hace a esta película que destaque para generar reacciones como las que le gusta hacer pero que desafortunadamente es demasiado obvio en esta ocasión.

Es interesante como sin haber pasado 5 minutos, Aronofsky logra transmitir un estado de ansiedad y paranoia contagiando de una sensación de inquietud pero que no logra escalar ya que alarga una meseta tensional que por más frenética que las situaciones llegan a ser, no son capaces de transmitirlo lo cual esto se debe a la falta de una mayor construcción de las sensaciones, la transición de los personajes como en proyectos anteriores en la que sus personajes llegan a un brote psicótico o punto climax para luego "regresar" a un desenlace impresionante, tal es el caso de Pi (1998), Requiem por un sueño (2000), The Wrestler (2008) y Black Swan (2012), teniendo en común que todas estas pelis incluyen personajes perturbadas que de manera escalonada llegan a esos estados culmine y viscerales haciendo al público no solo testigo, sino protagonista al involucrar pensamientos y sensaciones.

Y aquí el asunto no es que sea irreal o poco creíble (porque las pelis de Aronofsky siempre tienen ese juego de realismo y parecer más un estado onírico) sino que esos elementos para desconcertar o provocar al público, están inconexos por tener solo el objetivo de impresionar metódicamente y no por expresar, inclusive, hay momentos que parece solo imitar los estilos de directores que recientemente hemos visto hacer tal como Lars von Trier con Anticristo (2009) o los clásicos de Polanski como Repulsión (1965) o El bebé de Rosemary (1968) entre otras referencias que se han comentado tan pronto y se exhibió esta peli en el Festival de cine de Venecia y Toronto.

Tal vez para algunos esta sea una peli transgresora o “loca” o como el mismo Aronofsky comenta “una montaña rusa” pero claro esta para quienes hemos ya sea visto toda su filmografía o visto otras pelis “experimentales” la encontrarán no solo predecible sino con falta de creatividad y sensacionalista plagada de metáforas visuales y simbolismos redundantes que evidencian lo insaciable de la humanidad.

Los aspectos técnicos más relevantes son el diseño de audio y efectos sonoros así como una banda sonora sobria de Johann Johansson que aumentan el efecto abrumador de peligro inminente que es tan remarcado con la dirección de Aronofsky en primeros planos, primerísimos primer planos, desde el punto de vista de la protagonista y seguimientos o travelings compulsivos. Así mismo, la fotografía de Mathew Libatique (continuo colaborador de Aronofsky) que embellece de manera natural cada cuadro por más solitario o abarrotado que pueda estar.

¡madre! Es una película que se tiene que vivir, no tiene un significado único y es para público que busque experiencias diferentes en el cine aunque en ocasiones no se sienta muy natural.


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