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Metáfora incomprendida

  • Araceli Tario
  • 26 ago 2017
  • 3 Min. de lectura

¿Y si Adán hubiera comido del árbol de la vida y no del conocimiento? ¿Sería fortuna o condena tener la vida eterna? Estas y muchas mas preguntas surgen una vez de terminar de ver The Fountain (2006) de Darren Aronofsky (Pi, Requiem for a dream, Black Swan), quien en su momento comentara ser una de sus películas mas personales que haya realizado, en la cual expone sus creencias espirituales y de vida.

Y es que, La fuente, desde inicio se plantea como una incertidumbre para el espectador en realidades (aparentemente o alusivamente) paralelas teniendo como personajes principales a Tommy (emotivo y conmovedor Hugh Jackman) un neurocientífico que investiga y busca la cura de una enfermedad degenerativa y progresiva que padece su esposa Izzy (una tierna y decidida Rachel Weisz), juntos se acompañarán en un viaje de vida en el cual encontrarán libertad existencial y espiritual a través de la catarsis y la aceptación de lo que es inevitable en la vida desde que se nace: la muerte, la cual lejos de verse como algo negativo será considerado como trascendental para su existencia y su relación de pareja.

La historia se presenta de modo no convencional, atemporal pero lineal, fragmentada y en paralelo, teniendo como base el camino del héroe con la estructura de un relato con un personaje definido (Tommy) y a la vez simbólico (muerte), la observación no se facilita, ya que la narrativa juega con la incertidumbre haciendo que el espectador sea seguidor del proceso emocional caótico que tiene Tommy sin dar precedentes o explicación, regresando siempre a un momento clave para concluir con la historia. No ayuda a distinguir lo real de lo metafórico salvo cuando Tommy comienza a leer un libro, comprendiendo sólo gracias al cambio de los personajes, su vestuario y maquillaje que se trata de alter egos.

Con un inicio intrigante por la falta de explicación nos muestra a un conquistador enfrentándose en una misión que la reina le encomendó y a quien recuerda al aspirar su alianza, una vez que se enfrenta a su destino se presenta al viajero segregado y en luto el cual se observa atormentado y aislado, teniendo como único vínculo un árbol. Esta introducción plantea el inicio para introducirnos a Tommy e Izzy para finalmente regresar a estas proyecciones del proceso vivencial de Tommy a quien seguiremos hasta que logre concluir el proceso que le fue encomendado.

Aronofsky nos lleva en este viaje etéreo con imágenes ensoñadoras y poéticas, inclusive irreales cuando se enfoca en la metáfora, como un cuento trágico, en una mezcla de historia romántica y a la vez melancólica, que inicia de manera obscura sobre todo en momentos de ensimismamiento que poco a poco se tornan luminosos conforme se avanza en el proceso de aceptación, por lo que el trabajo de la cinematografía y el diseño de arte son impecables. Al ser una historia introspectiva, la película es silenciosa y sutil, de espacios cerrados siendo el score de Clint Mansell (en colaboración con Mogwai y Kronos Quartet) la voz de las emociones contenidas en las imágenes impresionantes que reflejan a su vez el pensamiento de Tommy así como se va iluminando, el score se vuelve estruendoso o triunfante y más complejo (cuarteto, guitarras eléctricas y coro) hasta ser tranquila o pacífica en la aceptación (piano).

Las actuaciones son magníficas y puras, el uso de close ups y primerísimos primer planos que permiten apreciar el detalle de las facciones que van de la ternura al sufrimiento e inclusive la vulnerabilidad que es expuesta se intensifica a su vez con los planos cenitales como si los personajes fueran vistos por alguien superior, desnudando al personaje y al actor hasta lo más puro de su ser.

La fuente de la vida es una historia de amor trágica no convencional por su planteamiento, estructura e interpretación metafórica que se le da a la enfermedad, la cual origina la búsqueda y conquista de un individuo por vencer a la misma muerte haciéndolo comprender que el proceso de creación requiere de la destrucción. Por lo tanto, esta historia implica relaciones con temas filosóficos, religiosos e inclusive astronómicos o metafísicas asociadas a la muerte como medio de creación o transformación las cuales son difíciles de comprender en la complejidad emocional del humano por aceptar su realidad y no poder controlar lo inevitable.

La fuente de la vida es una obra de arte incomprendida, un mito contemporáneo y atemporal, personal y subestimada, su grandiosidad yace tanto en su guion, estética y producción así como en abordar el tema del duelo y el amor para explicar o darle un sentido a la vida y la muerte desde lo existencial hasta lo religioso.

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